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dijous, 12 d’octubre del 2017
12-O Res a Celebrar
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dilluns, 9 d’octubre del 2017
Taller Brigades Civils d'Observació de DDHH a Chiapas
Bones a totes i tots!
Buenas a todas y todos!
Os
informamos que el próximo sábado día 14 de Octubre se realizará un
taller de Brigadas Civiles de Observación de Derechos Humanos en Chiapas
a cargo del colectivo L'Adhesiva, Espai de Trobada i Acció, en el
Infoespai, Gracia (Barcelona)
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El México que la solidaridad colectiva saca de los escombros y el Estado entierra.
El México que la solidaridad colectiva saca de los escombros y el Estado entierra.
Septiembre
llegó como un mes plagado de tragedias que agudizaron la crisis humana
en México. Primero el temblor del 7 de septiembre que afectó
principalmente a Chiapas y a Oaxaca, a sus pueblos, pueblos pobres que
de por sí resisten al olvido. Luego vino un 15 de septiembre triste,
impregnado de luto por los feminicidios que se hicieron brutalmente
visibles con el asesinato de Mara Castilla, los días posteriores fueron
días de movilizaciones, marchas, miedo y desesperanza.
Y
el 19 de septiembre de 2017, 32 años después vuelve a cimbrarse la
tierra mexicana, caen edificios y casas, hay atrapados, heridos y
muertos sobre todo en la Ciudad de México y en los estados de Puebla y
Morelos. Hemos visto las mismas imágenes de solidaridad ante la tragedia
de 1985, sólo que esta vez esta catástrofe cae encima de otra, la
generada por más de diez años de guerra, muerte, militarización,
impunidad y descomposición social. Como si con la ferocidad de la
naturaleza se hubiera roto una inercia y la rabia y el impulso de decir
"no" a todo eso se fijara en un objetivo, salvar a los atrapados,
solidarizarse con los afectados, hacer juntos que las cosas salgan
adelante.
La
energía, la emoción colectiva logró rescatar vidas y hacer crecer la
capacidad colectiva de enfrentar la tragedia. Se mostró una sociedad
fuerte, solidaria y quedó evidenciada la incompetencia de las
instituciones oficiales: no hay plan alguno. Los días pasan y el apoyo
no cesa, pero el cansancio comienza a hacerse presente y también la
desesperación de quienes han perdido todo. El Estado aprovechará esto
para ensombrecer todos los logros, con su afán de control y su
compulsiva necesidad de encubrir su incompetencia que queda confirmada
terriblemente en la falta de información oficial clara sobre la
situación de las personas desaparecidas en el desastre o en hechos como
el uso de militares para limitar las acciones de rescate y solidaridad
en varios puntos de la Ciudad de México, o como lo ha hecho obligando a
que todo el apoyo solidario tenga que llevar la etiqueta de gobiernos
estatales.
La
administración de Enrique Peña Nieto, a través del Ejército y la
Marina, se está convirtiendo en un obstáculo en las medidas de rescate y
solidaridad. Tienen cercadas a las familias afectadas para que no
escuchen a personas defensoras de derechos humanos o hablen con medios
de comunicación, tienen el control de las actividades de rescate y
deciden cuándo suspender y levantar la herramienta, aunque no les ha
funcionado del todo, porque la solidaridad desobedece y continua
buscando hasta la última persona y documentando hasta la última grieta.
México
lleva algunos años sumergido en el vacío, en el hueco que dejan las
miles de desapariciones, ejecuciones, feminicidios, torturas y otras
graves violaciones a los derechos humanos desencadenadas por un sistema
político de impunidad y corrupción. Hoy, ante el desastre, no olvidemos
que ese Estado no está preocupado por salvar vidas, sino por ocultar la
potencia de la solidaridad que desde abajo se vuelca para revertir la
tragedia y rescatar personas, cuerpo a cuerpo, mano con mano. Solo está
interesado en administrar la tragedia, en hacer de ella una mercancía
electoral y una jugosa bolsa de fondos de desastre que desviar.
Ante
rescatistas experimentados y voluntarios bien organizados, a la
Presidencia de la República no le basta con insultar esos esfuerzos con
montajes mediáticos vergonzantes y sensacionalistas y con cadenas
nacionales que nada muestran de lo que sucede en nuestras calles. Hay
que estar atentos, porque al Estado solo le interesa el control y la
verdadera preocupación del gobierno de Enrique Peña Nieto es la de
limpiar la imagen del Ejército mexicano para poder aprobar su Ley de
Seguridad Interior y legalizar la militarización de la vida cotidiana y
la de aprovecharse de esto para que olvidemos todo lo demás. Están
afanosamente tratando de lavarle la sangre de las manos al ejército y
hacernos olvidar que lo único que saben hacer es esconder la realidad,
echando tierra y escombro sobre más vidas.
La
gravedad que supone esto es atroz. Cómo es posible que el mismo día del
mega-simulacro conmemorativo del sismo del 85 y a tan solo dos horas de
este, llegaran militares con fusiles pero sin herramienta de rescate y
que desde las cuentas oficiales se solicitara a la sociedad contribuir
con equipo que se tiene en diversas instancias oficiales. Al Estado no
le importan las vidas, ni los daños, le importa el control y la
apariencia, esconder la realidad. No lo olvidemos.
No
podemos ver cómo pasa esto sin decir nada, no podemos aceptarlo. El
mundo está viendo, algo debe suceder para hacer evidente este absurdo,
para frenarlo y evitar que la tragedia fortalezca la militarización del
país y la simulación del gobierno de Enrique Peña Nieto. El gobierno no
puede obstaculizar el apoyo social a los afectados, ni decidir suspender
labores de rescate antes de encontrar hasta la última persona, esto
debe tener consecuencias. La rebeldía se está volviendo indispensable y
empieza a ocurrir recurrentemente en la zonas afectadas para poder
salvar vidas, para poder repartir la ayuda solidaria, para poder superar
la tragedia que el Estado entorpece, obstaculiza y trata de utilizar
como estrategia publicitaria.
Estas
tragedias han confirmado lo que la guerra, los despojos y las muertes,
que el Estado no sólo no funciona, sino que es un obstáculo violento y
permanente para la organización ante las múltiples tragedias que hoy se
resumen en una palabra: México.
Los
que firmamos esta carta exigimos que el gobierno de México deje de
jugar y lucrar con la tragedia y utilizarla para militarizar aún más el
país.
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